20 años, 20 historias: Del barro al oro

Una de las características del Reducido era el terreno fangoso en el Gallardón, donde ganó todos sus partidos. Otro fuerte fue mantener el cero en el arco y la humildad del plantel. Un capítulo más con historias, a solo cuatro del ascenso a Primera.

Por Pablo García

Imagenes: Gentileza de Paul Bordis

 

• Cero en arco propio: La racha más larga con el arco invicto de Los Andes transcurrió durante el Reducido. Si bien el equipo tenía ventaja deportiva ante tres de sus rivales, en el estadio mundialista de Mendoza, el Milrayitas comenzó a formar una muralla que no pudo derribar ningún equipo hasta la finalísima contra Quilmes, cuando el ‘Pirata’ Czornomaz de penal frenó la buena racha con poco más de siete partidos, 647 minutos, de Darío Sala sin recibir goles durante esta instancia definitoria (685’ desde el último que había recibido ante Argentino de Rosario –posteriormente atajó Migliardi en el 3-3 ante Quilmes).

Esta fue otras de las razones por las que el cordobés quedó en la memoria y los corazones de los hinchas de Los Andes, con actuaciones magníficas y además el gran rendimiento que tuvo en Mendoza. Pero por supuesto que también estuvo respaldado por toda la defensa y el esfuerzo táctico que realizaban sus compañeros en todo el campo de juego.

“Jamás me olvidaré de los momentos hermosos que viví en ese equipo, esa gente ya está en mi corazón. Pero el ascenso hay que dividirlo por dieciséis, los once que entrábamos a la cancha y los cinco suplentes. El porcentaje justo está ahí, más allá de que en veinte partidos no me convirtieron goles y por ahí los medios me elegían a mí como figura. Yo digo que la defensa también cumplió un rol muy importante”, destacó humildemente Darío Sala, tiempo después.

 

• "Qué Los Andes, ni ocho cuartos": La modestia del equipo fortalecía los lazos del plantel y el espíritu de unión, que valían con la celebración de hacer un buen asado semanalmente. Incluso el equipo carecía de lujos, a comparación de otros. El mismo micro naranja “bastante antiguo”, típico para trasladar escolares, los llevaba tanto a los entrenamientos a la química, Parque de Lomas o Burzaco como también los transportaba a la concentración en el hotel previa los partidos. 

“El día que nos paró la policía, íbamos en el escolar y no sé, nos pararon como si fuéramos narcotraficantes. Nos hicieron bajar a todos y bueno, fue terrible”, dijo Gaby Caiafa. Por su parte, el ‘Zurdo’ Ferrer, quien no recuerda para qué instancia final fue, contó que todo el plantel estaba jodiendo en el micro rumbo a Constitución a concentrar: “Nos para la Policía Federal en la autopista y el micro escolar como era de imaginar, no tenía un solo papel en regla, ni seguro, ni  habilitación, ni nada”. Cuando los bajan del micro, los futbolistas alcanzaron a decirles a las fuerza de seguridad: “Pero señor, es el plantel de Los Andes que está para subir a Primera”. “Qué Los Andes ni ocho cuartos. Los jugadores se van, el micro se queda”, les contestó la policía.

“Menos mal que estábamos cerca de Constitución, porque tuvimos que ir caminado desde la bajada de la autopista hasta el hotel. Esas cosas te dicen cómo era el grupo: todos llegamos muertos de risa. Siempre con mentalidad ganadora, venciendo cualquier obstáculo”, destacó años después Ferrer, en una entrevista que le realizó Pablo Varela para el sitio oficial.

 

• Del barro al oro: El otoño/invierno tuvo sus secuelas en el campo de juego del estadio Eduardo Gallardón. La primera vez que casi se abnegó fue en el último partido contra Tigre durante el torneo regular, cuando los futbolistas corrían sobre el agua y la pelota chapoteaba. Quizás en ese triunfo el conjunto se haya adaptado a jugar en esas condiciones.

Lo cierto es que aquel mal tiempo puso en jaque las condiciones de la cancha en todo el Reducido: Independiente Rivadavia, Almagro y Quilmes, fueron los peores. Pero ante el Tricolor se tuvo que postergar porque incluso los bancos de suplentes se habían inundado hasta el tope. Las mejoras no llegaban entre tanta lluvia que volvieron al terreno en un barrial. “Recuerdo que la lluvia estuvo presente en todos los partidos finales, pero nosotros le agarramos la mano. Nos hicimos bien barreros y ganamos todo”, dijo Ferrer y explicó: “La cancha pesada favorecía nuestro juego, que no era tan vistoso pero si efectivo y directo de pocos toques y llegadas por las puntas”. “Eso nos benefició”, agregó el goleador.

Tras el ascenso a Primera división, el Milrayitas realizó una serie de reformas inauguradas el 25 de febrero de 2001, entre las que estaba la construcción de un nuevo sistema de drenaje para el campo de juego.

 

Capítulos anteriores:

El padre de la criatura

Un comienzo a pura humildad

Ferrer se calza el traje de ídolo

El parche negro, una insignia de la casaca

Último grito del Negro

A dos minutos de quedarse con todo

Efectivo en los dos arcos

Miércoles 24 de Junio de 2020 | Datos y Estadísticas


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